Más de tres millones de euros en tres días. Eso es lo ha que recaudado Palmeras en la nieve en su primer fin de semana en cartel. Cuando acabe la jornada de hoy, la cifra posiblemente ronde ya los cinco millones... y subiendo. El cine español tiene un nuevo bombazo entre manos. De hecho, sólo esta epopeya romántica y 'Star Wars: El despertar de la fuerza' han sido capaces de desbancar a la secuela de 'Ocho apellidos vascos' (Ocho apellidos catalanes) del top 1 de la taquilla.
En la esfera íntima de Casas, lo primero es la familia. Numerosa en su caso, ya que el actor es el mayor de cinco hermanos. De hecho, desde hace unos meses no hay separación entre la familia y el negocio. El actor ha dejado a su representante Antonio Rubial, el mismo que llevaba a Penélope Cruz en Kuranda y que se encarga de la carrera de Clara Lago o Quim Gutiérrez, para poner sus asuntos profesionales en manos de sus hermanos menores: Sheila y Christian, neófitos en la materia hasta ahora. Sheila es licenciada en Derecho y ha llevado mediáticas causas como el juicio por agresiones de Álex Casademunt, así que se encarga de los temas legales y contractuales. Por su parte, su hermano Christian, que estudia económicas, se ocupa de llevarle la contabilidad y temas de agenda.
Más allá de las labores de Christian y Sheila, quienes también podrían llevar la carrera de su cuñada Berta Vázquez, su madre, Heidi Sierra, sigue siendo la mejor consejera de su hijo. A ella, precisamente, le debe su carrera. Ya que fue Heidi la primera en intuir el talento de su primogénito y llevarle de cásting en cásting hasta que la serie SMS, sin miedo a soñar le sirvió de trampolín y Los hombres de Paco le convirtió en en ídolo adolescente. En el Festival de Málaga, aún se recuerda cómo había que llevarse al actor a la carrera para impedir que las fans le arrancasen la camisa. "Yo he vivido situaciones muy tensas con él. Chicas tirando las vallas abajo, persecuciones, gente colándose en su hotel... Pero él lo lleva bien, sabe que son cosas de la tele, que hace que la gente te vea como de la familia y pierdan algunos límites", explica Fernando G. Molina.
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